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1.
 
INTRODUCCIÓN 
 
La adherencia entre acero y hormigón es necesaria para 
la interacción entre ambos materiales. Sin esta propiedad, 
el hormigón armado es inconcebible en sus aplicaciones, 
dado que la barra transmite tensiones al hormigón que le 
rodea por medio de la adherencia.
 
 
Además, la adherencia acero-hormigón influye sobre la 
rigidez de las piezas, y por tanto, sobre su deformabilidad.
 
 
El fenómeno de la adherencia tiene su origen en dos tipos 
de fenómenos: uno de naturaleza física (físico-química) y 
otro de naturaleza mecánica.
 
 
De los mecanismos físico-químicos se define la 
adhesión, fundamentada a partir de las fuerzas 
moleculares desarrolladas en las interfases de contacto.
 
 
De los mecanismos de adherencia de naturaleza 
mecánica, más importantes en valor absoluto, se 
encuentran los fenómenos de rozamiento y acuñamiento. 
El rozamiento se originada por la irregularidad de las 
superficies cuando se inicia un deslizamiento relativo 
entre ellas, y se generan unas tensiones tangenciales en 
la superficie de contacto.
 
 
La suma de adhesión y rozamiento confiere a las barras 
lisas la totalidad de la adherencia, resultando en cambio 
una parte relativamente baja de la capacidad total en el 
caso de barras corrugadas.
 
 
El fenómeno importante de adherencia cuando se trata de 
barras corrugadas, es el acuñamiento que sufre el 
hormigón al actuar contra él los frentes de las corrugas. 
En barra corrugada puede llegar a ser del 70% al 90% de 
la tensión última de adherencia. Ello significa que en 
barras corrugadas puede, simplificadamente, 
considerarse que la totalidad de tracción de la barra se 
transfiere al hormigón a través de las corrugas, ignorando 
la influencia de la adhesión y rozamiento.
 
 
1.1. 
Como dimensionar anclajes 
 
En general, y gracias a las elevadas propiedades 
resistentes y de adherencia de los productos de anclaje, 
su existencia garantiza la completa transmisión de 
esfuerzos entre hormigón y acero. Cumpliendo unas 
recomendaciones de diámetro de taladro se consigue un 
comportamiento idéntico al anclaje de barra de acero 
corrugada embebida en hormigón in situ.
 
 
Los ensayos realizados demuestran que las 
recomendaciones de diseño vigentes para barra en 
hormigón in situ son completamente válidas para 
anclajes perforados en hormigón endurecido, quedando 
siempre del lado de la seguridad respecto el 
comportamiento real.
 
 
Como norma general, resulta recomendable diseñar los 
anclajes de modo que su capacidad resistente se 
corresponda con la del acero y no con la del hormigón. Es 
decir, conviene garantizar que el acero sea capaz de 
alcanzar, ante solicitaciones imprevistas, una tensión 
equivalente a su límite elástico sin que, previamente se 
agote su capacidad adherente, recomendación que aún 
es de mayor interés si la solicitación es de naturaleza 
dinámica, pues es el modo de alcanzar un 
comportamiento más dúctil.
 
 
Para el dimensionamiento de anclajes pasivos en 
hormigón endurecido, se recomienda la formulación 
para anclaje de armadura longitudinal, descritos en la 
normativa EHE Apdo 66.5.2 así como Eurocódigo 2 Env 
1992-1-1Apdo 5.2.3.2. 
 
A la hora de proyectar un anclaje, hemos de tener en 
cuenta: 
 
1.1.1. 
Longitud de anclaje 
 
La longitud de anclaje, pues, es un factor importante 
desde el punto de vista de la capacidad resistente del 
anclaje, habiéndose observado que, al menos de modo 
aproximado, se puede considerar que tal longitud está en 
proporción directa con la carga última de tracción, si la 
perforación es cilíndrica.
 
 
 
 
 
Ø 
Barra corrugada
 
Ø 
Taladro 
= 1,2
 
Ø 
Barra + 5 mm 
L
anclaje
 = 10 
Ø 
Barra